Corren tiempos difíciles, vale. No vamos a oscurecer el panorama más de lo que se ha hecho. Esta crisis, que es ya casi de la familia, ha significado entre otras cosas, un serio varapalo al valorado estado de bienestar pero también ha traído cosas buenas.
Ni crisis del ladrillo, ni financiera… Esta crisis ha sido y es de valores. Y parece que ciertas cosas; comportamientos, acciones y relaciones, principalmente, se están viendo afectadas por una nueva conciencia social e individual que surge como reacción a la misma.
Esta silenciosa pero potente revolución, también se extiende al ámbito económico y de las relaciones interpersonales.
Uno de los reflejos de dicha reacción, ha sido el de comenzar a considerar la competencia (o al menos parte de ella) como un aliado potencial. Empresas que anteriormente empleaban sus medios y recursos de modo privativo y que luchaban encarnizadamente con otras por ganar cuota de mercado, hoy, comparten tecnología, espacios de trabajo, información, trabajadores, costes, clientes… Logrando mejores resultados que nunca y, en ocasiones, salvándose de la quiebra donde otras han terminado.
De la misma manera, la unión ha hecho la fuerza para muchas microempresas y emprendedores que aliándose entre sí, también han sabido obtener sinergias que les han permitido, no sólo salir adelante y sobrevivir, sino crecer sosteniblemente con unos resultados excepcionales. Son muchos los ejemplos de startups que han sabido apoyarse, buscar socios, y compartir para cambiar el mundo. Al menos, para empezar a cambiarlo.
El win-win se lleva hasta el extremo y ya hay empresarios que entienden que, a riesgo de poder perderlo todo, el camino para ganar hoy en día es dar, dar,… y dar gratuitamente, sin esperar (a corto plazo al menos) nada a cambio. Aunque la mayoría de las veces, termina llegando a través de las redes creadas de este modo.
Es tiempo de alianzas y donaciones y, en mi opinión, de esperanza.
Pedro Herrero Goizueta – Socio Gerente LEXINTEK AIC, S.L.
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